jueves, 12 de noviembre de 2009

Bramidos en la noche.

¡¿Porqué ríen como cabras?!
Quizás lo sean. Intento comprenderlo, pero sin embargo...
La ira se alimenta de la impotencia, y el apetito de violencia se vuelve desproporcionado. No les basta con pavonearse. Cualquier excusa es buena para hacerse notar. Y desde luego, la ausencia de raciocinio les caracteriza.
Por si fuera poco, aquellos que deberían protegernos no responden.

Parece ser que se han callado...
Pero no, ahi estan de nuevo.
Vuelven; vuelven los bramidos patéticos y los chillidos absurdos.
Aprieto la lengua contra el paladar. Resisto.
Una botella rota podría acabar con esto, pero no soy de los que mean donde comen.
Aguanto...

Ha empeorado. Creo que voy a vestirme.
Ahora vuelvo, espero.

domingo, 26 de julio de 2009

Unas notas y margarina.

Quizas sea porque me he vuelto apático. No me he duchado hoy, pero desde luego no se nota. Aunque me ubiese duchado hace cinco minutos ya iría por ahí con una capa aceitosa sobre la cara. Por lo menos estos dias esa gigantesca bola de helio nos da algo de tregua.
El caso es ese, seguramente sea por mi apatía de ultimamente. No la controlo, me levanto asi. Debe de ser el contraste, ya que me acuesto muy feliz (por unas u otras razones), pero despertarse no es lo mismo. El agua hierve, ahora vuelvo.

La cucharada de mantequilla se desliza a lo largo del acero de la cazuela, desaciendose placidamente entres las burbujas, saliendo a la superficie para volver a undirse dejando una estela amarillenta de diminutas islas color ambar.
El estomago me duele, de hambre espero.

He cerrado con llave, aun esperando volver a abrir la puerta esta noche. Lejos de lo que parece, mi pene está tranquilo (o eso dice el). Un desayuno caro para una sola persona.
Odio escribir cuando quiero pero no puedo.
Además no creo ser apático, pero las caras de la gente dicen que lo soy.
Esperar que alguien venga sin llamarlo es como esperar que vuelva un boomerang sin tirarlo.

martes, 3 de marzo de 2009

Unos versos

...
Uno de Marzo, desayuno palabras de espino y corazones de cuarzo.
Cuatro de Julio, un beso corto y distante, y recuerdos en oleo.
Diez de Septiembre, brisa en la cara y pulmones de alambre.
Diecisiete de mayo, barcos de pavor y cuatro polvos de ensayo.
...
Hace tiempo que no me visito, solitario.
Sonrío y asi te olvido, calendario.

Y si a mi memoria le debo mi compañía,
es por culpa tuya, calendario, y no por la mía.