sábado, 26 de julio de 2008

HIPOCRESÍA A ESTE LADO

Verán, ¿han intentado engañar a alguien con una personalidad distinta a la suya?

Yo lo tenia planeado, pero salio fatal. Soy Hans, y vivo en el lado de las personalidades. Es muy sencillo, las personalidades no necesitamos un soporte físico sobre el cual mostrarnos. Ustedes no lo pueden comprender, pero como soy yo el que cuenta la historia, me importa un bledo. Todo empezó aquella calurosa mañana de invierno (aquí en invierno hace calor). Yo me hallaba frente al viejo estanco de Sr. Worry, un tío que intentaba tapar los desperfectos de la calva de su personalidad, sin frutos, y que emanaba un aliento a carajillero detectable en dos manzanas a la redonda. Lucia un bigote descuidado, con ese color amarillento, fruto de años de fumareda. Pues bien, resulta que este hombre era una de las personalidades más inteligentes a este lado de rió. Sin embargo, mostraba aquel aspecto descuidado, que lo enmascaraba en una personalidad fría y solitaria. Verán, aquí uno puede mostrar la personalidad que se le antoje, pero va en medida de la inteligencia que uno dispone. Cualquier tonto de cinco chabos no es un Jumphrey Bogart, ¿saben?

¿Porque el Sr. Worry no se acicalaba un poco?, al menos para no parecer un bicho raro.

Entonces se me ocurrió algo.

Yo era un chico simpático, jovial y feliz con mis gafas de pasta. Quedé segundo en mi graduación, pudiendo quedar primero si no fuese por Jonathan Bremet, o Jhony, como quieran llamarlo. Pero de eso hablaremos mas tarde.

El caso, es que uno andaba tan contento con su personalidad, hasta que apareció ella. Dirán que es el típico tópico, y es mas, lo es. Pero eso a mi no me importa, y me imagino que en realidad a ustedes tampoco. Seguimos. Judith Stanton. Menuda era. Indudablemente atractiva. Me moría por conocerla. Parecía interesante. No es que yo fuese competitivo, pero el cerdo de Jhony se pasaba el día baboseando detrás de ella, y haciéndose el interesante. Un día acabara deshidratado, pero como es una personalidad, eso no encaja mucho.

Cierta tarde, decidí aplicarme, y ponerme a trabajar en aquella personalidad, ideal para atraer a la preciosa Judith. Fueron semanas de esfuerzo, pero desde luego mereció la pena. La semana que acabé el trabajo, Judith estaba enferma, así que decidí poner a prueba mi nueva personalidad con otras sujetas. Me acerque a Serena Pipers, y no solo ella, sino su grupo de amigas, se quedaron clavadas en mi. Yo me acerque a su oído, y le dije cosas que quedan entre ella y yo. En realidad le pedí la hora, pero así esto se pone interesante. Serena era una mediocre del tres al cuarto, con un par de bonitas personalidades, pero que deslucía en cuanto a interés para el menda. Aun así, una vez no desaproveche la oportunidad de pedirle una cita. Me rechazo estrepitosamente. Ella prefiere a uno de esos fortachones, sin don ni son, y que tienen las intenciones muy claras. Pues bien, aquella misma tarde, la vi dejando una nota en mi taquilla. Naturalmente, esta vez la rechacé yo.

Llego la preciosa Judith, recuperada de su enfermedad (nada grave), y yo fui el que dio el primer paso. Fueron horas de risas tomándonos un batido en Jerri’s, que luego acabaron con un piquito, dejándola en su casa. Impresionante. Fueron pasando las semanas, y Judith y yo intimábamos más cada vez, y yo quería saber hasta que punto podría llegar esta fabulosa personalidad que me gastaba.

La noche de un caluroso 3 de febrero. Yo me hallaba ansioso, y preparado, solo tenia que cruzar aquella puerta y descubrir la capacidad de mi inteligencia. Ella, postrada en su sofá, me esperaba sonriente. Entonces, me percate de que para lo que iba a ocurrir, mi personalidad tenia que ser destapada, pero era demasiado tarde. Nervioso y sudoroso (en realidad no sudamos, pero así me entienden), le pedí que empezase ella. No me havia parado a pensar como seria ella bajo su personalidad. Nunca la vi con esos ojos. Ahora no se si eso es bueno o malo. ¿Además, que esperaba ella de mi? Realmente hemos llegado a esta situación por mi laboriosa insistencia. Pero ya no por querer conocerla, sino por probar hasta que punto he desarrollado mi personalidad. Pero todo se paró.

Su rostro encajaba una mueca de incomodidad, y me pido un momento para hablar.

Me confesó que en realidad su apariencia, no tenía relación con el contenido de su personalidad al nacer. Debido a su inteligencia, se creo una personalidad para comprobar hasta que punto cualquier pardillo podía interesarse por ella. Pero ella no pensaba en que realmente la cosa fuera a tanto. La miré, y mi cara fue dibujando una sonrisa. Le conté mi historia, y me sentí tan aliviado que me deshice al instante de mi nueva personalidad. Ella hizo lo mismo, y contemplé una cara jovial, con sus gafas de pasta. Y me desagradó. Sin embargo, ella se hallaba feliz, viendo que había encontrado a alguien al que no le importaba su aspecto, sino la faceta esencial de la personalidad, esa que solo otorga la inteligencia. En ese momento, fruto de mi hipocresía, note como mi esencia se demacraba, mientras aquella cara sencilla me contemplaba con un esplendor de mil soles. ¿Qué clase de persona soy? No merecía aquella sonrisa. Salí corriendo, dejando atrás el sonido de mis pasos.

¿Para que tanto esfuerzo? En realidad no fue en vano, me di cuenta de la clase de persona que soy, y prefiero llevar un estilo de vida lejos de usar mi inteligencia contra el resto de personalidades. Realmente la soledad, y mi aspecto frió y descuidado no tienen importancia en absoluto, pero realmente no se si soy feliz al saberlo. Ojalá fuese estúpido. Por lo menos tengo mi propio estanco.

1 comentario:

Matarilerileró dijo...

Suena mejor si lo lees tu :)