Encuentra en su cuello el festín voraz que su condición de vengador le otorga. ¿Dónde están ahora todas esas drogas que hace poco le excitaban? Se disipan con cada segundo de adrenalina circulando por su enajenado encéfalo. Su lucidez es tal, que podría contar cada gramo de carne ingerida.
Ella no le gusta, y si antes le gustaba remotamente, desde luego ahora ya no.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario